Es harto curioso el empleo que está teniendo, últimamente, ese término, lejos de su acepción nativa. La intrahistoria, asegura Unamuno, es el alma inmortal de las comunidades: se encuentra bajo la historia oficial: constituciones, coronaciones, concilios, revoluciones, elecciones y batallas. Los protagonistas de la intrahistoria no son famosos, sino «los silenciosos, la sal de la tierra, los que no gritan en la historia». Según aventura Unamuno, esta ánima colectiva es a lo inconsciente lo que la historia a lo consciente.