#26 Ghorman, sí. Es brutal como describe el inicio del conflicto y los intereses cruzados de todos los implicados. Muy realista y creíble. Tanto que ... bueno, recuerda a muchos conflictos actuales.... pero te respondía porque Israel seguramente ya tiene sus ojivas nucleares, no creo que necesite más. Quedarse Gaza son necesidades menos tecnológicas.
#6 Su mayor protector, que tiene miles de ellas, le habrá dejado alguna o al menos permitido crearlas. No les hacen falta recursos de Gaza para estrellas de la muerte, precisamente.
#6 Y mientras los que mueren y se quedan en el camino que les den... La teoría económica esta muy bien para el ámbito teórico, pero cuando la pones en practica sin tener en cuenta otros condicionantes suele haber bajas.
#7 De hecho el golpe de estado vino porque empezó a gobernar un partido muy de izquierdas (Ganaron las elecciones). Y eso a los fachicas no les molaba nada.
#7 ¿Que la Segunda República se instauró tras unas elecciones? Sí, es cierto. Pero conviene precisar: fueron elecciones municipales, no un referéndum sobre la forma de Estado. Eso significa que los ciudadanos votaron para elegir alcaldes, no para decidir entre monarquía o república. Aun así, y pese a que en términos de votos totales los candidatos monárquicos obtuvieron más apoyo, la victoria de los republicanos en algunas grandes ciudades fue hábilmente utilizada como símbolo de un supuesto cambio de régimen. Supieron comunicar ese mensaje con eficacia, generando una percepción de voluntad popular que, en realidad, no había sido expresada de forma tan clara ni directa. Ante ese clima de presión y agitación, el rey Alfonso XIII optó por marcharse, no porque hubiese sido derrocado por las armas, sino para evitar un conflicto civil. ¿Fue aquello un acto de democracia? Hay quien lo ve como una expresión legítima del sentir ciudadano, y hay quien lo considera más bien una imposición revestida de entusiasmo popular, pero lo que está claro es que no es la película que pretendes vender.
En cuanto a la violencia que se vivió en los años posteriores, conviene ser muy preciso con los términos. Llamar “genocidio” a lo sucedido durante la Guerra Civil y la posguerra es una afirmación grave, que merece ser utilizada con pleno conocimiento de lo que implica ese concepto. Si hablamos de exterminio sistemático por razones ideológicas, religiosas o sociales, no puede obviarse lo ocurrido durante los primeros años del conflicto en la zona republicana: asesinatos masivos en Paracuellos, las checas, la persecución y ejecución de sacerdotes, religiosas, empresarios o simplemente campesinos por el hecho de practicar su fe o poseer propiedades. ¿Esos crímenes no cuentan? ¿No merecen memoria ni justicia?
Los llamados “nacional-católicos” no aparecieron por arte de magia para imponer un régimen autoritario. Su ascenso fue una respuesta (dura, sí) al colapso de un Estado que había sido incapaz de garantizar el orden, la convivencia y la legalidad. La Segunda República, en sus años finales, no era ya un sistema democrático estable, sino un escenario de confrontación política extrema, violencia callejera, y purgas ideológicas. El Alzamiento de 1936 no fue un accidente histórico, sino la consecuencia de un deterioro progresivo del sistema republicano.
Por tanto, si se quiere hablar con rigor del final de la República, sería conveniente hacerlo desde la honestidad intelectual: no como una tragedia caída del cielo, sino como el desenlace de un proceso largo y complejo de descomposición interna.
La historia no necesita ser edulcorada ni demonizada. Necesita ser comprendida con matices, con respeto por los hechos y con un mínimo de coherencia. Y eso pasa también por dejar de repetir consignas simplificadoras y empezar a asumir que, en muchos casos, los errores (y los horrores) no fueron patrimonio exclusivo de un solo bando.
#1 Seguro que están mirando cómo hacer una obsolescencia programada para que no sea tan fácil como usar una loción una vez y ya. El negocio de los medicamentos ahora es hacer que sea un tratamiento crónico.
#3 Casas hay, pero mal distribuidas.
Lo que se necesita es potenciar otro tipo de localidades fuera de las grandes ciudades: comunicaciones, sanidad, educación etc.