En el caso de Ecuador el viraje fue particularmente patético, sobre todo por el estilo personalista de Correa ,al insistir en presentarse como modernizador y visionario y quedar aún más en evidencia su incapacidad para afrontar el nuevo escenario al abandonar compromisos iniciales (como el de criticar a pasar a avalar la megaminería ) y denigrar en forma pedante e irresponsable movimientos sociales genuinos y criminalizar en forma macartista la protesta social genuina.
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