Primero sorpresa, después asombro, más tarde indignación, cabreo, mal humor, desesperación. Las cámaras entran en una casa que, a primera vista, es un estercolero fruto de una persona que sufre el síndrome de Diógenes. Muestran unas bragas manchadas de excrementos. Fue el ataque a la intimidad y a la dignidad de una persona más brutal que yo recuerdo haber visto en una pantalla de televisión.  
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