"No me refiero al hecho de que tuvieran que apretarse en los autobuses, chupar atascos y llegar tarde. Hablo de otro tipo de secuestro: el ideológico, ése por el que millones de trabajadores han sido abducidos, desclasados, desprovistos de todo residuo de conciencia de clase y arrojados desnudos a la calle, donde sólo les queda quejarse, sentirse atacados en sus derechos, y llamar privilegiados a los conductores de metro, insolidarios a los huelguistas y chupópteros a los sindicatos."
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