Desayunan solos en casa porque a esa hora sus padres van camino del trabajo, de donde probablemente no regresen hasta bien entrada la tarde. Para entonces el niño ya habrá merendado, también sin compañía. No se puede decir que esté abandonado a su suerte. Los padres se sacrifican por él sometiéndose a inacabables jornadas laborales para alcanzar un mejor nivel de vida o simplemente para poder pagar los plazos de la hipoteca. Pero en ese camino hacia el bienestar posiblemente hay algo que se está perdiendo: el tiempo compartido en familia.
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