Como todos los días laborables, a las nueve de la mañana Gabriele Amorth abre su austero despacho en el convento de San Pablo, saca de su bolsillo un crucifijo plateado con la imagen de la Virgen y bendice la habitación. "Déjeme hacerlo, el Maligno le tiene horror a los símbolos sagrados", dice. El sacerdote mira hacia arriba, hacia atrás, se hace la señal de la cruz con los dedos y se sienta. "Ha tenido suerte. El padre está muy solicitado; ha tratado más de 70.000 casos. Pero hoy el poseído de las 9.30 renunció", afirma Roberto, su asistente.
|
etiquetas: rituales. supersticiones , católica , iglesia , exorcismo