El negocio se deriva del hecho de que mientras el gobierno de Felipe Calderón firmó el contrato con Repsol con el índice más caro del mundo, fluctuante y con tendencia a la alza, la empresa tuvo la ‘oportunidad’ de firmar con el gobierno del Perú un tope al precio del gas que asegura que el incremento acumulado anual no será superior a 5 por ciento en los primeros seis años del suministro, y de 7 por ciento en los cinco años siguientes.
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