La celebración de unas Olimpiadas (o una Exposición Universal) en una ciudad siempre supone una gran oportunidad para la misma, que en pocas ocasiones se acaba aprovechando. En muchos casos las inversiones realizadas para la ciudad han superado a los ingresos (el COI siempre gana, eso sí). Y no son pocos los casos en los que los aros olimpicos se han covertido en los eslabones de una cadena de la que la ciudad sede ha tardado años en recuperarse.
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