Phoenix comienza a desperezarse. La nave que aterrizó a principios de semana en el polo norte de Marte ha logrado estirar finalmente su brazo robótico, 2,35 metros de titanio y aluminio con los que cavar y extraer el hielo del subsuelo, muestras que podrían contener restos de vida microscópica. La extensión metálica llevaba un año plegada y, tras ligeros retrasos, su apertura sin problemas permite a la NASA hablar de "éxito".
|
etiquetas: phoenix