Todos los grandes diarios españoles –desde el políticamente hipercorrecto El País hasta los conservadores La Razón y ABC, pasando por los liberales El Mundo y El Correo Español o el progresista El Periódico– ingresan cientos de millones de euros al año por esos breves clasificados que denigran a las mujeres y fomentan las mafias, la explotación sexual y el comercio de seres humanos. Un suculento negocio que pasa alegremente por encima de la ética periodística y las combativas sociedades de redactores.
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