Los gobiernos, en conjunto, planean producir mucha mayor cantidad de combustibles fósiles de lo que es compatible o congruente con los objetivos para frenar el cambio climático. Estos planes y proyecciones, globalmente, socavan los compromisos de los países en el marco del Acuerdo de París y refutan las expectativas de que la demanda mundial de carbón, petróleo y gas alcance su pico máximo antes de 2030. La producción de energía fósil planificada para 2030 supera en más del 120 % el nivel estimado para limitar el calentamiento mundial a 1,5°C
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