El domingo pasado informaba "El Periódico De Aragón" de que más de veinte personas, la mayoría ancianas, han muerto solas en sus casas durante el mes de agosto y los primeros días de septiembre en Zaragoza (cabe preguntarse cuántos centenares de personas más murieron en condiciones similares solo en España). No tuvieron oportunidad de pedir auxilio, de musitar un último adiós a un ser querido o sentir un quedo beso en su frente. Me acordé de inmediato también de tantos politicastros que estrangulan servicios públicos de primaria necesidad.
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