Muchos creían que la vicepresidenta y ministra de Hacienda-“con tantísimo poder y con un despacho más grande que el del presidente en Madrid”- no daría el paso. Montero combina su liderazgo y su carisma con ese puntito de histrionismo que no deja a nadie indiferente. Recuperar la confianza de los desencantados de izquierda que le cedieron el voto a Moreno y arañar al PP no le será sencillo. El entorno del PP responde que una dirigente más joven, sin hipotecas del pasado, habría sido más temible. Pero el PP no puede disimular su cautela
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