Compras un artículo por internet en China que es de marca. Llega a la Aduana. Te dicen que es falso y que lo tienes que destruir o te arriesgas a una denuncia. Firmas. Resultado: se reparten tu artículo entre los aduaneros. Historias para no dormir. También lo llevan a la propia marca que, claro, asegura que es falso, porque si no les arruinas el negocio.
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