El grafiti, la perseguida expresión artística urbana, podría dejar en el futuro el anonimato y la ilegalidad con un pequeño cambio: pasar de los temidos sprays de pintura a un simple puntero láser. Esta técnica, que además de los rayos láser necesita un potente proyector y un ordenador portátil, les ha abierto las puertas del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York a sus creadores, dos graffiteros norteamericanos que ahora son considerados artistas contemporáneos con todas las de la ley.
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