Fue reivindicado gracias a una prueba de ADN que comprobó que él era inocente de violación. Ahora, al haber perdido 16 años de su juventud en prisión, lucha por encontrarse en la sociedad. Asiste becado a la universidad, dónde los compañeros son de la mitad de su edad, y siente que el estigma de haber estado en la cárcel, y con esa sentencia, le limitan sus relaciones inter-personales. Un extraordinario reportaje del New York Times.
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