[c&p] Los agentes de policía de la localidad tunecina de Sidi Bouzid probablemente no habrían confiscado el puesto de frutas y verduras del joven Mohamed Bouazizi si hubiesen intuido las consecuencias de ese pequeño acto. Lo hicieron, sin embargo, y ese gesto desató una grave reacción en cadena que comenzó el 17 de diciembre pasado y terminó ayer. Pocas veces en la historia el sacrificio de un joven pobre y desconocido ha terminado con un Gobierno y un líder autócrata instalado en el poder durante más de dos décadas
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