Los israelíes creían haber visto ya casi de todo en materia de derroche en su país, pero cuando la semana pasada un programa de televisión nacional desveló que el primer ministro Benjamín Netanyahu se había gastado la friolera de 100.000 euros en instalar una habitación en un avión, la frustración ha crecido varios puntos. Sobre todo porque dicha habitación, que incluía una cama de matrimonio, se instaló tan sólo para un viaje que duró cinco horas y media, cuando Netanyahu acudió al funeral de Margaret Thatcher en Londres el mes pasado.
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