Que los occidentales tenemos un acusado sentido del negocio y del espectáculo es algo que no debe sorprender al lector. Pero que en 1931, hubo quien se planteara en serio montar una “faraónica” atracción turística sobre la gran pirámide de Keops (la única de las siete maravillas del mundo antiguo que sigue en pie) es algo excesivo incluso para nosotros, ávidos seguidores de la única religión verdadera: el capitalismo.
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