Los demócratas de la actualidad son los hijos de esa violencia, pero tal violencia se les niega a cuantos quieren forjar un mundo mejor, a fin de cuentas menos sangriento, menos opresivo. Y se persigue, se anatematiza, se encarcela a los que, pensando fríamente las cosas, advirtiendo el papel de la violencia en la historia, observando y a veces padeciendo los modales crueles de los poderes establecidos, se niegan a condenar la violencia.
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