Tamara Ruiz, una coqueta niña de pelo negro, sale de la escuela a trompicones. Tiene una pícara sonrisa a la que le faltan dos dientes, una mochila en la espalda que le cubre la mitad de su cuerpo, y una Blackberry en sus manos, que maneja con destreza y habilidad, a pesar de sus ocho años. Blackberry, el teléfono de última generación pensado para ejecutivos y abogados, se ha convertido en un objeto de culto en Venezuela, donde sus ventas sorprenden hasta a las operadoras de teléfono.
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