A contracorriente de las posiciones conservadoras, el libro de los libros contiene pasajes que, por decir lo menos, están abiertos a interpretaciones audaces que poco o nada tienen que ver con las homilías dominicales. El hombre recorre los ojos de su amante, el cabello, los labios, las sienes, el cuello y los senos, hasta llegar “al monte de mirra”. La joven responde a la lujuria con lujuria. “Mi amado metió su mano al agujero”, exclama ella, “y mis entrañas se quejaron a causa de él”.Esta oda a la consumación sexual está en la Biblia.
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