Cuando Hesketh Racing dijo que todo sería revelado en Londres, durante el lanzamiento del nuevo contrato de publicidad en mayo de 1976, no estaba bromeando. Debajo de los cobertores y entre la muchedumbre, furtivo y seductor estaba el último auto del equipo que llevaba una “mascota” humana a escala real de Penthouse esmaltada en su trompa, como si hubiera sido sacada de las páginas de una de las revistas porno soft más vendidas del mundo.
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