El decálogo insta a adaptarse al paisaje, sin romper la armonía del entorno, orientar las ventanas y distribuir los espacios teniendo en cuenta las condiciones del terreno, el recorrido del sol y las corrientes de aire. También aconseja vivir lejos de las líneas de alta tensión y transformadores, zonas industriales y corrientes de agua subterránea. Evitar la contaminación eléctrica y alejar los aparatos eléctricos de los lugares de reposo. Usar mobiliario hecho con materiales naturales y tener plantas interiores y exteriores.
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