Hace 11 años | Por davamix a yorokobu.es
Publicado hace 11 años por davamix a yorokobu.es

La economía industrial creía en lo absoluto. En la pieza final. Hasta llegar a ella su inventor había ido diseñando versiones. Eran los prototipos que iban añadiendo mejoras hasta dar con el producto definitivo. Nunca más se admitirían retoques. En la puerta colgaría un cartel: ‘El proyecto está cerrado’. La economía digital cree más en lo provisional. Los productos en pruebas o en beta han dejado su estatus de segunda categoría. No hay versiones definitivas. Hay productos o servicios en constante evolución. El proceso continúa siempre abierto