Lo primero que planteaban quienes ejecutaban las inspecciones es que la reapertura se podría llevar a cabo de inmediato y sin pegas si el empresario pagaba. Si se negaba, entonces empezaban las pegas. Se levantaban expedientes por no tener bien instalada la salida de humos o por mala insonorización. El expediente sobre el propietario de un establecimiento que no pagaba, además, dormía el sueño de los justos en los despachos, lo que hacía imposible la reapertura.
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