El despido de Javier Armentia por odios religiosos, por intolerancia en nada distinta a la que establece la persecución de judíos, protestantes o musulmanes, debería crear alarma social. No vale decir que "era de esperarse" que la COPE actuara así, lo que es de esperarse es que la caduca iglesia católica española se apresure a llegar cuando menos al siglo XIX. Tampoco vale decir que "Armentia debía saber a lo que se arriesgaba", porque esto responsabiliza a la víctima de la censura.
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