La comida y el terror no suelen ir juntos en la vida real. Por suerte, lo más parecido al pánico cuando comemos son las cuentas de ciertos restaurantes. Sin embargo, el cine ha usado con frecuencia la ingestión de alimentos como forma de causar miedo, asco o estupor en el espectador. Abusos gástricos, meriendas repugnantes, platos envenenados, canibalismo o festines de zombis no han sido infrecuentes en la historia del séptimo arte.
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