En la esquina con la calle Quevedo, uno se encuentra exactamente entre la casa de Lope de Vega y la calle donde vivió Francisco de Quevedo, pudiendo ver, al fondo, el muro de ladrillo del convento de las Trinitarias, donde enterraron a Cervantes. Recordado por dos humildes placas en la fachada, en Londres o París esa calle sería un museo espectacular con colas de visitantes, librerías e instalaciones culturales, pero estamos en Madrid, España. Eran tan españoles que no podían verse unos a otros. Se envidiaban los éxitos, la fama y el dinero.
Comentarios
Análisis de revertismo del artículo:
Apariciones de la palabra «puta»: 1.
Primera aparición: línea 39.
Nota final: 0, lo ha copiado de una hoja parroquial.
Tenga en cuenta, #6, que el señor Pérez-Reverte explica amenamente algo que él también conocía de primeras de modo académico y aburrido, y que habrá sido su personalidad y su posterior curiosidad la que le han hecho recapacitar sobre la historia y sobre cualquier asunto como lo hace en esta ocasión. No sólo cuenta el poder de atracción de la lección, sino también el esfuerzo y la curiosidad de a quien va dirigida, pongamos por ejemplo los dibujos animados del Quijote, que pretenden acercar la obra y más bien hacen lo contrario. No todo debe ser motivación y alegría en el aprendizaje, pues también hay que luchar y a veces sufrir, y esto último es lo que se nos quiere ocultar, como si fuera negativo prepararnos para cualquier vicisitud.
Siguiendo la misma línea de argumentación de don Arturo, reparemos en que Shakespeare también sufriría de envidias propias y ajenas, así como Molierè, cómo no: odios y envidias son patrimonio, con otros nombres, de la humanidad entera, por mucho que a veces nuestra negatividad patriotera nos haga creernos únicos.
Otra columna de Reverte en esta línea:
Un héroe de nuestro tiempo
Ahí sigue, el tío. Aún no se ha vuelto un mercenario de la tiza, de esos que entran en el aula como quien ficha donde ni le va ni le viene. Tal vez porque todavía es joven, o porque es optimista, o porque tuvo un profesor que alentó su amor por las letras y la Historia, cree que siempre hay justos que merecen salvarse aunque llueva pedrisco rojo sobre Sodoma. Por eso, cada día, pese a todo, sigue vistiéndose para ir a sus clases de Geografía e Historia en el instituto con la misma decisión con la que sus admirados héroes, los que descubrió en los libros entre versos de la Ilíada, se ponían la broncínea loriga y el tremolante casco, antes de pelear por una mujer o por una ciudad bajo las murallas de Troya. Dicho en tres palabras: todavía tiene fe.
Aún no ha llegado a despreciarlos: sabe que la mayor parte son buenos chicos, con ganas de agradar y de jugar. Tienen unas faltas de ortografía y una pobreza de expresión oral y escrita estremecedoras, y también una escalofriante falta de educación familiar. Sin embargo, merecen que se luche por ellos. Está seguro de eso, aunque algunos sean bárbaros rematados, aunque los padres hayan perdido todo respeto a los profesores, a sus hijos y a sí mismos. «Voy a tener que plantearme quitarle de su habitación la play-station y la tele», le comentaba una madre hace pocas semanas. Dispuesta, al fin, tras decirle por enésima vez que lo de su hijo estaba en un callejón sin salida, a plantearse el asunto. La buena señora. Preocupada por su niño, claro. Desasosegada, incluso. Faltaría más. La ejemplar ciudadana.
Pero, como digo, no los desprecia. Lo conmueven todavía sus expresiones cada vez que les explica algo y comprenden, y se dan con el codo unos a otros, y piden a los alborotadores que dejen al profesor acabar lo que está contando. Lo hacen estremecerse de júbilo las miradas de inteligencia que cambian entre ellos cuando algo, un hecho, un personaje, llama de veras su atención. Entonces se vuelven lo que son todavía: maravillosamente apasionados, generosos, ávidos de saber y de transmitir lo que saben a los demás.
En ocasiones, claro, se le cae el alma a los pies. El «a ver qué hacemos todo el día con él en casa», como única reacción de unos padres ante la expulsión de su hijo por vandalismo. Por suerte, a él nunca se le ha encarado un chico, ni amenazado con darle un par de hostias, ni se las han dado, el alumno o los padres, como a otros compañeros. Tampoco ha leído todavía el texto de la nueva ley de Educación, pero tiene la certeza de que los alumnos que no abran un libro seguirán siendo tratados exactamente igual que los que se esfuercen, a fin de que las ministras correspondientes, o quien se tercie, puedan afirmar imperturbables que lo del informe Pisa no tiene importancia, y que pese a los alarmistas y a los agoreros, los escolares españoles saben hacer perfectamente la O con un canuto. Mucho mejor, incluso, que los desgraciados de Portugal y Grecia, que están todavía peor. Etcétera.
Y sin embargo, cuando siente la tentación de presentarse en el ministerio o en la consejería correspondiente con una escopeta y una caja de postas –«Hola, buenas, aquí les traigo una reforma educativa del calibre doce»–, se consuela pensando en lo que sí consigue. Y entonces recuerda la expresión de sus alumnos cuando les explica cómo Howard Carter entró, emocionado, con una vela en la cámara funeraria de la tumba de Tutankhamon; o cómo unos valientes monjes robaron a los chinos el secreto de la seda; o cómo vendieron caras sus vidas los trescientos espartanos de las Térmópilas, fieles a su patria y a sus leyes; o cómo un impresor alemán y un juego de letras móviles cambiaron la historia de la Humanidad; o cómo unos baturros testarudos, con una bota de vino y una guitarra, tuvieron en jaque a las puertas de su ciudad, peleando casa por casa, al más grande e inmortal ejército que se paseó por el suelo de Europa. Y así, después de contarles todo eso, de hacer que lo relacionen con las películas que han visto, la música que escuchan y la televisión que ven, considera una victoria cada vez que los oye discutir entre ellos, desarrollar ideas, situaciones que él, con paciente habilidad, como un cazador antiguo que arme su trampa con astucia infinita, ha ido disponiendo a su paso. Entonces se siente bien, orgulloso de su trabajo y de sus alumnos, y se mira en el espejo por la noche, al lavarse los dientes, pensando que tal vez merezca la pena.
Sí, puede que sea un poco repetitivo, pero es que Reverte casi siempre te da una pellizco al leerle esas pequeñas historias. Y lo peor de todo es que tiene razón. Tiene razón en que a la juventud hay que darle cosas que le motiven, y no coñazos académicos infumables (que es lo que me dieron a mí casi siempre, por ejemplo). También tiene razón en que muchas veces en España el motor del progreso es el odio y la envidia, que es lo único que consigue sacarnos de la apatía.
Me ha puesto la carne de gallina la colussssna.
¡Categoría Reverte ya! Todas las semanas cae.
#1 Es que a veces esta página pone:
http://www.xlsemanal.com/web/home.php?id_edicion=3947
Siendo 3947, el nº de la edición. Hay que recargar sólo con:
http://www.xlsemanal.com
Te queda la de Punset, que tiene sus seguidores.
http://www.xlsemanal.com/web/articulo.php?id=40758&id_edicion=3947
que con la pasta que le damos al cine español hagan peliculas históricas sobre España por favor, pero de antes de la guerra civil,si puede ser
gracias
Arturo, con su artículo de este domingo, nos ha conquistado
(...) Eran unos hijos de la grandísima puta, casi todos. Pero eran unos genios inmensos, inteligentes. Los más grandes (...)
Categoría Reverte - Puto Amo ya!!
#1, #2 No sabía que había algún tipo de competición por ser el primero en enviar las noticias... ah sí, claro, el karma... Ni se que pudiera cambiar el karma por productos Mercadona.
Eres Billy El Rápido, JMT: he mirado hace un rato y todavía no estaba la columna. ¡Tañao tañao! Me has ganado.
Me encanta Pérez-Reverte
#26 es de los pocos que pueden permitirse tener tanto ego. Además, es un provocador y esa es su forma de llamar tu atención, o le odias o le admiras y si es lo segundo, cuanto más sabes de él, más llegas a admirarlo.
¡¡¡Que le dé La Sexta un programa a Reverte ya!!!
#18 Gracias por poner tambien ese texto.
#17 y #7 Pasa como con todo,como con la lectura por ejemplo.Se obliga a aprender tostones infumables o leer libros que no hay por donde cogerlos y no se motiva a los crios a que después de tener que aprenderselo obligatoriamente,ellos por su cuenta investiguen.
De la misma forma en la que Reverte les ha explicado esa lección,me han explicado a mi algunas cosas en la carrera,pues es que a veces los detalles anecdoticos se quedan más que los que te tienes que aprender y si lo haces bien,puedes llegar a aprender lo que te tienes que aprender.
#7 No se trata de que Quevedo o Góngora sean especiales, sino que son los nuestros, y precisamente no son peores que Shakespeare o Moliere, en cambio pedagógicamente se les maltrata mucho más. Tu comentario tendría sentido si el único problema del sistema educativo fuera que la gente no quiere trabajar, en cambio hoy el estudiante se encuentra desamparado en cuanto al interés.: los rollos infumables los tiene que aprender (con mucho esfuerzo y sacrificio) no para aprender, sino para aprobar una serie de exámenes y conseguir cierta nota. Después esos conocimientos se los lleva el viento. No es que esa pasión por la materia que menta Reverte hoy tape al interés en estudiar, es que no existe.
¡¡Reverte es el amo!!
#14 Lo realmente genial es que estaban esperando que saliera la columna para publicarla antes de haberla leído, sólo por ser de Pérez-Reverte.
#9 Será que tú no has visto ni una, porque las hay a decenas. Pero en taquilla pasan totalmente desapercibidas, qué cosas.
#32: nos ha realmente conquistado.
#2, gracias por ponerla. He visto que nadie la ha enviado a Menéame. Me ha parecido fantástico (perdón: "aaa, oye, aaaa, faaan---tástico"). Con tu permiso, voy a enviarla para compartirla, y seguro que genera sustanciosos comentarios (una vez más y siguiendo la línea de este hilo... a quien pueda interesar).
#7 - Buen comentario. Buena exposición. Nick chulo.
#15 - No.
A ver si han colgado ya la de Marías... Encontrada.
Lo siento, pero tengo que decirlo...
Queeeee bonitoooooooooooooooo
#7: Touché. Trataré de reprimir el pesimismo que me causa recordar nuestra historia.
Vaya si me gusta Reverte. Pero es que textos como éste casi hacen que monte una religión personal (es broma, es broma, sólo digo que le admiro mucho, que nadie me lance nada...)
#29: Vale, lo acepto, pero en cualquier caso, el comentario de textos es una "ciencia" sobrevalorada.
Otra reverterada llena de tópicos;
#10 la primera palabrota está en la línea 17: "carajo".
#6 No te has enterao de ná, como los muchachos a los que se refiere este texto: http://www.kaboodle.com/reviews/el-mundo-gira-sobre-un-eje-podrido
Y, donde os creéis que está enterrado el autor del Quijote.Por eso no quieren hacer mucho más...
Este Arturo es la polla .... su forma de expresarse, de comportarse, de escribir. Un genio de nuestros días. Maldita mi envidia.
Genial
Este hombre hace magia con las palabras. Admirable.
Tiene bastante ego este hombre no?
"Se envidiaban los éxitos, la fama y el dinero"
Esto está incompleto, se envidian.
Me parece a mi que se ha emocionado mucho el señor Reverte.
Estoy convencido que la mayoría de esos niños (los que no estaban prestando atención a la profesora) al llegar a casa simplemente dirán "hoy el tipo que escribió Alatriste ha dicho que Lope de Vega y Gongora eran unos cabrones. Y sin más, seguirán a lo suyo.
#18 gracias.
#18 reenviado a una amiga profesora que es lo mismo que lo que pone en el earticulo, gracias!