Dicen los vecinos de Cazalilla (Jaén) que quien atrapa la pava que cada año se tira desde el campanario tendrá buena suerte a lo largo del año. Quizá por ello, Manuel Jesús Robles, un joven de 21 años, posaba ayer eufórico ante los medios de comunicación con su preciado botín que, para mayor fortuna, ha logrado por segundo año consecutivo, algo poco habitual. El problema es que esta tradición choca con la normativa autonómica contra el maltrato de los animales. La pava fue lanzada ayer por otro vecino del pueblo desde lo más alto de la iglesia.
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