No hay reto que frene la creatividad de Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957), aunque como en este caso tenga que trabajar contra reloj en un encargo de la administración. El pintor inició ayer la rehabilitación de la gran cúpula de una de las salas más importantes de la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, con la idea de trabajar sobre una metáfora de la multiplicidad de voces que componen la organización internacional.
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