En Italia, el país con la población más envejecida de Europa, los responsables de cuadrar las cuentas de las prestaciones por jubilación llevan años dándole vueltas a los problemas que genera al fisco el empeño de los ciudadanos en morirse cada vez más tarde. Al final han llegado a una conclusión simple pero contundente para los bolsillos de los trabajadores: si vivimos más años y, por tanto, percibimos durante más tiempo la pensión, ésta debería reducirse para que el Estado siga desembolsando lo mismo.
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