Conforme el magma volcánico asciende, liberando dióxido de carbono hacia la superficie, los árboles que absorben ese CO2 adquieren un color verde más intenso. Estos cambios en la tonalidad son visibles en imágenes de satélites, instrumentos meteorológicos y vehículos aerotransportados. «La detección remota del enverdecimiento de la vegetación por dióxido de carbono proporciona a los científicos otra herramienta que, sumada a las ondas sísmicas y los cambios en la altura del suelo, nos ofrecen una idea más clara de lo que está ocurriendo.
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