La escena fue muy triste. El toro agonizaba ante decenas de miradas. La casta que sólo estos animales tienen le sirvió para mantener erguida su imponente cabeza durante sus últimos 15 minutos de vida. Cuando las fuerzas le abandonaron, los pastores movieron al morlaco para facilitar su apuntillamiento. Una máquina elevadora retiró su cuerpo, que fue sometido a diversas pruebas para determinar las causas de su desplome.
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