El animal, de 36 años, fue rescatado de cazadores furtivos en 1989 junto a su hermana Tola, que murió en 2018. La decisión se tomó tras analizar el último informe veterinario sobre el animal, que revelaba un «deterioro irreversible de su estado físico», así como una severa disminución de la reacción ante estímulos y una pobre condición corporal. La osa, de 36 años, ya no ingería la medicación que necesitaba para aliviar los síntomas de la artrosis, una situación que motivó en los últimos tiempos su postración prolongada durante largos períodos.
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