Personajes de la ficción literaria como Andrés Hurtado (El árbol de la ciencia de Pío Baroja) o el padre de Leopold Bloom (Ulises de James Joyce) fueron víctimas voluntarias de su efecto letal. En otros casos, como lord Arthur Saville (El crimen de lord Arthur Saville de Oscar Wilde) fue elegida por su efectividad y toxicidad, y también fue la esencia con la que Medea intentó acabar con la vida de Teseo, si nos trasladamos hacia la mitología griega.
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