Relatos cortos
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Cada tela teje su araña (y IX). Final

18 La gerencia del hotel está en el último piso, cerca de las máquinas de los ascensores. Los despachos en el último piso tienen la triple ventaja de las buenas vistas, el valor simbólico de la jerarquía y la facilidad de frenar a las visitas molestas antes de que lleguen. Julio Portillo, el gerente, ha sacado docenas de carpetas de un archivador metálico. Comprueba su contenido y rompe sistemáticamente cientos de hojas. En el suelo ya hay un buen montón de papeles rotos, en …
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Cada tela teje su araña (VIII)

16 María lleva todo lo que va de la mañana escuchando cuchicheos por los pasillos, carreras y alborotos, pero no se ha molestado en preguntarle a nadie qué pasa. Hace ocho años que entró a trabajar en el hotel como camarera y sabe de sobra que pasan cosas raras, pero prefiere no preguntar ni enterarse de nada. De hecho, sus compañeros ya no se acercan a ella a comentarle chismes, porque siempre los despacha con un “¿y a mí que me importa?” María lo tiene claro: …
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Cada tela teje su araña (VII)

14 La habitación 202 no tiene cama. Hace tiempo que la 202 es un despacho, y allí trabaja Luis Molina, encargado de relaciones públicas del hotel y responsable de los eventos y congresos que se celebran en la planta baja. Su mesa está impecable, y en los cajones sólo hay un par de agendas abarrotadas de números de teléfono. A Molina le basta con conocer y poder llamar a las personas necesarias en cada momento. Ni siquiera tiene un archivador en el despacho: todo lo que importa lo almacena en el …
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Cada tela teje su araña (VI)

12 Hans Hoffmann es Vitali Kirilenko haciéndose pasar por Gerdhard Schepke. Al final, todo se reduce a un tipo calvo y con bigote que guarda los tres pasaportes en la misma mesilla de noche de la habitación 401. Ahora acaba de sacarlos los tres y, sentado en la cama, se cambia de calcetines mientras piensa qué hacer. Acaba de escuchar la noticia que ha sacudido los cimientos de la v ida en el hotel y echa sus propias cuentas. Nada. No va a hacer absolutamente nada. Si acaso, ir a ver a la mujer de la …
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Cada tela teje su araña (IV)

7 Malindo miró el reloj. Las once y cuarto. El objetivo probablemente no llegaría antes de la una, pero a partir de las doce debía estar preparado. O incluso un poco antes. Sacó el rifle de la bolsa de deportes, lo montó cuidadosamente y colocó la mira telescópica. Luego lo cargó con tres balas. Sólo iba a necesitar una, pero siempre cargaba tres balas por si algún golpe de mala suerte le obligaba a disparar contra alguien que mirase hacia la ventana. La mujer …
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Cada tela teje su araña (III)

5 La agente inmobiliaria se retrasó quince minutos y Malindo ya comenzaba a ponerse nervioso. A cambio, se alegró ver de que llegaba sola. —Disculpe la espera. Me llamo Rocío. Justo cuando iba a venir apareció una persona y no he podido terminar antes. —No se preocupe. Mi nombre es Néstor. Néstor Martínez —se presentó Malindo cambiando de mano la bolsa de deporte en la que llevaba el rifle. Precisamente su necesidad de llevar el rifle encima era lo que le …
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Cada tela teje su araña (I)

Y cuando al fin venza el plazo señalado, volverán los dioses de su exilio. Llegarán en un barco construido con las uñas de todos los muertos y, expiada su culpa, purificados los dioses del mal que toleraron, juzgarán a los hombres. Ese día será Ragnarok. El regreso de los dioses. El último día. Edda Mayor. Mitología nórdica 1 Le dijeron que era una urgencia y no preguntó más. Ya se …
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Las siete de la tarde

Son las siete de la tarde. Solo las siete, y ya es de noche. Las luces de los SUVs eléctricos me ciegan mientras, con paso fúnebre, agarro un carrito de la entrada. Entro en el supermercado y lo primero que observo son las caras demacradas de los cajeros. Con esos chalecos verdes parecen un árbol de Navidad chino. Huele a muerte, hiede a desolación. Recorro los pasillos con el móvil en la mano. Voy clickando los checkboxes de la lista mientras esquivo los carritos de otros parias de la tierra. Ropas harapientas, ojos …
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Guadarrama 1981 (testimonio real)

Ni siquiera fue a cien kilómetros de Madrid. Yo creo que el pueblo está a algo menos, aunque me pase como a Cervantes y prefiera no recordar su nombre. Ni siquiera fue en tiempos de Franco. Fue en el año de Tejero, año tricornudo y melindroso que hizo Presidente al que menos lo esperaba, porque los demás esperaban aún menos verse a sí mismos cagados patas abajo. En medio de un secarral había una carretera, y en una curva de la carretera había un mesón que bien valía su nombre: una mesa de grandes …
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El revólver del azar

Un hombre sentado en un banco bajo la lluvia mira su reloj y espera. Tiene unos cincuenta años y va vestido de oscuro, con un traje a la vez anticuado y flamante. De cuando en cuando alza la vista hacia una ventana iluminada en el edificio de enfrente. Es un edificio antiguo, de tres plantas, habitado seguramente por dos o tres ancianos que extenúan un alquiler rancio, uno de esos alquileres que disuaden al propietario de las mejoras y al inquilino de la mudanzas. Es un edificio demasiado elegante para la zona de la ciudad que ocupa, para el tugurio cervecero que se ha …
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La mujer que llevó al mendigo a la miseria

Quiero describir un acontecimiento triste, pero veo ante mí, como una nota inicial, el rostro sonriente del señor Vojtíšek. Un rostro saludablemente luminoso y con brillo rojizo, como de un asado de domingo, recubierto de mantequilla fresca. Como el señor Vojtíšek se afeitaba solo los domingos, hacia el sábado, cuando ya la blanca barba había vuelto a crecer lo suficiente por su redondo mentón y lo adornaba como una espesa nata, me parecía aún más apuesto. También su pelo me gustaba. No …
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¿Fue un sueño?

¡La había amado locamente! ¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria. Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo …
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Continuará... 24 y fin

Esta parte del relato largo viene de aquí y en este orden, primero aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-7 Después aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-11 Luego: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-14 Después...
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Esta parte del "relato largo" (larguísimo, por lo que veo) viene de aquí y en este orden, primero aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-7 Después aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-11 Luego: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-14 Después...
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Esta parte del "relato largo" (lamento que algunos piensen que es algo cansino, no sé si hay un apartado para tochos... si lo hay lo cambiaré allí). Viene de aquí y en este orden, primero aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-7 Después aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-11 Luego:
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Gil Braltar, un relato de Julio Verne

Había allí unos setecientos u ochocientos, cuanto menos. De talla promedio, pero robustos, ágiles, flexibles, hechos para los saltos prodigiosos, se movían iluminados por los últimos rayos del sol que se ponía al otro lado de las montañas ubicadas al oeste de la rada. Pronto, el rojizo disco desapareció y la oscuridad comenzó a invadir el centro de aquel valle encajado en las lejanas sierras de Sanorra, de Ronda y del desolado país del Cuervo. De pronto, toda la tropa se inmovilizó. Su jefe acababa de …
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Mi vida tras la muerte

Después de que el médico me comunicase que el cáncer sólo me ofrecía unos 6 meses de mala vida, decidí ahorcarme en un pinar por donde siempre paseaba. Lo último que recuerdo de mi vida humana es una sensación corta pero indescriptiblemente dolorosa, tras la cual todo se volvió negro. Entonces desperté en aquella cabina de cristal. Cuando se abrió, encontré a un ser cuyo aspecto me recordaba a Shiva, la diosa hindú, salvo porque su cara se asemejaba a la de una tarántula sin...
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Esta parte del "relato largo" (lo lamento) viene de aquí y en este orden, primero aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-7 Después aquí: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-11 Luego: www.meneame.net/m/relatocorto/continuara-14 Después...
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Cuarenta almas para servir

- ¿Cuantos tienes ya? - Ocho varones y dos hembras. - No estarás contando al tabernero… - ¿Por qué no? Yo lo maté… - Pero no lo mataste con tus manos, le prendiste fuego a la casa y él estaba dentro. No podrá servirte… - Siete hombres entonces. - Y la morena estaba embarazada. Tampoco estará en el valle. - Por el maldito Ahba ¡¿Por qué quieres encender mi ira?!. ¡Déjame en paz! Garth calló, pero siguió zahiriendo con la …
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El maestro

El maestro

Anochecía cuando Amir llegó a casa. Con apenas 13 años ya ayudaba en casa por las tardes. acarreando agua, haciendo recados para vecinos, ayudando a Hassan con la recua de mulas. Cierto es que, en las estrechas calles de Córdoba, la fila de mulas era fácil de conducir, pero, aún y así, 13 años son pocos… Sin padre, su madre se afanaba lavando ropa, remendando, pero el dinero siempre era escaso y cualquier ayuda era buena. Pero lo que deseaba con toda su alma es que llegara el día siguiente: se levantaba antes que …
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