Durante casi medio siglo, su cuerpo permaneció sin nombre, envuelto en el hielo y el misterio de una cueva en Pensilvania. Conocido únicamente como el “Pinnacle Man”, este hombre fue hallado en 1977 por dos excursionistas que caminaban por una de las rutas del Appalachian Trail. Nadie sabía quién era, por qué estaba allí ni cómo había muerto. Hoy, gracias a la tecnología forense y a la persistencia de los investigadores, finalmente tiene un nombre: Nicolas Paul Grubb.