Voy a intentar contarlo rápido, sin entrar mucho en detalles ni perderme en disquisiciones metafísicas… Es una anécdota que rememoramos cada vez que me toca cumplir años, a finales de noviembre, y nos remontamos a la noche previa a mi nacimiento, en el año 1981. Mis padres habían quedado a cenar con Gonzalo Suárez y su mujer, Hélène, a los que admiraban y siguen admirando; aun doblando en edad a mis padres había ya una complicidad ganada entre ambas parejas y, esa noche, Gonzalo y Hélène les habían anticipado que Sam Peckinpah vendría con ellos