Este artículo nos habla de los salones recreativos, lugar de peregrinaje obligatorio para todos los chavales de los años 80-90's y principios de los 2000, donde flipábamos con las recreativas y nos dejábamos nuestra semanada a base de créditos en nuestros juegos favoritos. Pero no todo era oro lo que relucía... en estos sitios también encontrábamos una variada fauna de personajes de todo tipo y calaña, a veces no del todo recomendable...
#1:
Ahhhh recreativos, donde el niño se convertia en hombre y aprendia a evitar situaciones potencialmente peligrosas identificando al macarra de futbolín y evitando el encontronazo con ellos
#28:
De finales de los 80 no, desde finales de los 70. Yo he jugado en máquinas electromecánicas y en algunas que difícilmente se podrían calificar de digitales, como aquellas con un espejo semitransparente donde se mezclaba la imagen de un cochecito de plástico que movías con el volante con una película, el Whack-A-Mole con su martillo de goma...
Luego el de los dos vaqueros, el tenis con los dos palitos... Y después los vectoriales, como el Asteroids original, el BattleZone, que tenías que mirar por una mirilla, el de Star Wars....
El Space Invaders con los acetatos de colores para simular la pantalla en color ya es relativamente moderno. El Blocks o como se llamase la precuela del Arkanoid hacía lo mismo. El Missile Commando con un enome trackball para controlar! El Pacman ya fue una revolución y sobre ese hardware salieron un montón de juegos.
Puedo acordarme exactamente de dónde estaba cada una de esas máquinas. Hacía un tour por los bares y salas de juego del barrio para jugar.
Si, soy viejísimo.
#10:
La gente me miraba muy raro cuando en las máquinas de House of The Death (creo recordar) metía dos euros para jugar a dobles y cogía las dos pistolas a la vez royo Lara Croft con las Uzis de Tomb Raider.
Recuerdo un simulador de montañas rusas que era una bola con un asiento y una pantallita dentro que daba más vueltas que un reloj.
#23:
#10 pues yo recuerdo que los primeros videojuegos eran en auténtico 3D y no esas mierdas de pixeles que vinieron después
#56:
Vengo a dar la chapa, pero sin ánimos de controversia. No quiero que nadie se dé por aludido. La alusión a veces es una forma menor de cobardía. Quisiera solamente explicar cómo he vivido todo eso de las generaciones. Desde que eran un niño no han faltado reproches ni burlas ni listos que, poniendo los ojos en blanco, te decían que tu Amstrad CPC era una mierda. Sí, soy un cuarentón ochobitero. No voy a decir que a mucha honra, porque hace tiempo que me arranqué las telerañas de la nostalgia. Mis ojos han visto píxeles ulcerados, escroles reumáticos, primeras personas a cinco cuadros por segundo (sí, me refiero a ti, Driller) y todas las formas posibles de cómo no debe diseñarse un videojuego.
Los ochenta, como saben los que la vivieron, fue una época de curtido macarrismo, sobre todo si te adentrabas en aquellos aquelarres videolúdicos que llamábamos recreativos. Allí, si no sucumbías a formas refinadísimas de extorsión, uno iba a divertirse con la calderilla exigua del abuelo o, en el peor de los casos, a ejercer de mirón. Había casos singulares, casi novelescos, que discurrían por aquellos lugares que olían a sudor y tábaco, a grasa corporal y desinfectante, y que, fíjate tú, era como el aroma de la felicidad. No faltaban, decía, arquetipos característicos que animaban el cotarro, desde el golfillo embutido en vaqueros lavados a la piedra y sonrisa de cuatrero, al canijo de buena familia que acaparaba el Wonder Boy respaldado por el crujiente billete de mil pesetas que escondía en sus pantalones cortos de franela. Pero el más señalado siempre fue aquel al que llamaremos El Penas.
Cauto y artero, el que yo conocí se movía en aquel hábitat como una zarigüeya. El Penas se paseaba por entre las cabinas estudiando a su presa, con su mirada huidiza de depredador menor, pero siempre a la que salta. Sus presas favoritas eran los niños solitarios de clase media; los macarras estaban en lo más alto de la cadena trófica y los canijos de buena familia tenían cierta altanera disposición que los convertía en seres refractarios. Esto lo sabía muy bien El Penas, que vestía siempre con siete años de retraso, a la moda de los setenta, con sus camisas de cuello interminable y un suéter ajustadísimo que le daba un aire entre ciclista y militante del Partido Comunista. El Penas entonces venía con sus andares apocados y apoyaba su antebrazo en el lateral del Great Gurianos. Callaba. Tú jugabas. Y él callaba. Si se te daba bien -y el Great Gurianos era bastante facilón- , podrías tener la suerte de desanimarlo. Entonces se marchaba furtivo a la busca de una pieza más apetitosa. Pero no siempre uno estaba afinado o de buen humor; tal vez era la primera o segunda vez que te echabas una partida al juego de turno y no parabas de perder vidas (y monedas de cinco duros). Cuando querías darte cuenta, tras perder una vida, notabas una presencia a tu lado, entre ominosa y pestilente, de cuya boca, empedrada con unos dientes mohosos, una vocecilla suave pero acuciante, te soltaba:
- ¿Quieres que te lo pase?
Hay que aclarar que no veo nada mal que la gente actúe como un buen samaritano. El mundo es mejor siempre cuando alguien está dispuesto a ayudar. Pero esto no lo entendía el niño que en ese momento solo pensaba en la última moneda que le quedaba en el bolsillo de sus vaqueros Levi´s etiqueta naranja. Aquel juego era novísimo, nada menos que la versión VS de Super Mario Bros y uno sufría lo indecible por controlar a Ron Jeremy en aquel mundo tan quelonio, tan fúngico y tubular. Sí, señores, era la primera vez que me daba de bruces con la primera ley de Newton. Faltaban aún dos años para que el señor Calahorra me explicara los arcanos de los vectores de fuerza; y unos cuantos más para que empezarámos a ver por el Corte Inglés una jodida NES. Al señor Calahorra logré verlo antes, durante un atasco en la carretera de La Coruña a la vuelta de vacaciones.
Aquel juego era la hostia y yo quería comulgar sin pasar por confesión en la que sería la última partida de aquel fin de semana.
- Espera, salta aquí -su dedo índice lleno de padrastros me señalaba la montañita de la pantalla 1-1.
Yo ya sabía que no debía meterme en la primera tubería que me llevaba al mundo subterráneo y, por supuesto, que en esa montañita, si saltaba en el punto exacto, estaba la primera vida extra. El tipo era tan simpático como untuoso.
- Bien, vas bien -me decía con el aplomo de un retransmisor de fútbol-. Ahí, coge la estrella.
Yo sabía que no debía hablar. Hablar hubiese sido como cerrar un acuerdo de amistad, el reconocimiento de la otredad (puto Lacan), así que callaba. Pero en mi interior mi sangre empezaba a calentarse, las sienes me palpitaban y un calorcillo malsano empezó a subírseme por el cuello de mi camisa gris con rayas rojas y azules. Empecé a encadenar errores. Dejé de coger monedas y de golpear bloques ocultos. Por supuesto, cuando salté a la bandera con el sprint final no conseguí más que ochocientos puntos. La melodía de final de fase alivió un poco mi incipiente rencor, pero no hubo cañonazos.
La insidiosa pero genial melodía del mundo 1-2 sería la banda sonora de mi escarnio cuando, ya de primeras, El Penas quiso señalarme lo obvio.
- Si hubieses llegado grande, ahí tendrías la flor que te da bolas de fuego -su dedo índice me recordaba al de un nigromante de la era Hyboria.
Me había descabalgado de mi última partida. Poco después un goomba volvió a dejarme enano. Y entonces caí en la cuenta de que no podría destruir los bloques para subirme a la parte superior de la pantalla e intentar por primera vez ir a la Warp Zone.
- No podrás subir, pero más adelante, en las plataformas podrás saltarte
Tuve un instante de lucidez y no me giré en ese momento para darle un suavecito golpe en la cara para proporcionarle una perspectiva despejada de la Vía Láctea. Ah, el Penas, me lo imagino hoy, 20 de enero, mirando partidas de Cyberpunk 2077 por Youtube en su cochambroso Pentium 4. Te echo de menos, cabrón.
#58:
#39 Un heavy con el loro y una litrona está en el paraíso. Es lo más inofensivo del mundo.
#65:
#37 eso hacia yo en el bar de mi barrio, primero con el shinobi (me lo pasaba con una moneda) y despues Robocop
reicentemente he tenido acceso a un arcade con MAME me puse el shinobi para recordar viejos tiempos y no paso del primer jefe sin continuar por lo menos 2 veces.
#20:
Ole! Yo era de los mirones, jaja. Pocos juegos se me daban bie:, yo era, y soy, más bien "manco funcional", prefería mil veces mirar a otros que "perder" cinco duros cada minuto. Eso sí, mayormente calladito. Creepy enough?
#4:
#2 o el... "oye primo me dejas 5 durillos pa' una partida que luego te los devuelvo"
#16:
#6 En mis tiempos mozos se usaba mucho en los juegos de deportes de Konami, que eran destrozabotones (y muñecas). El Track 'n' Field y el Hyper Olympics, si no recuerdo mal.
#18:
#5 También estaba el truco de las partidas gratis con los mecheros piezoeléctricos. Se suponía que lo acercabas a la ranura de las monedas, le dabas varias veces a lo loco y te daba partidas. Anda que no me he quemado los dedos inutilmente agachado para que no me viera el dueño.
#5:
Añado el truco para pulsar seguido y rápidamente un botón si algún juego lo requería. Sacar el mechero bic de bordes redondeados, pasarlo rápidamente arriba y abajo con la palma de la mano.
#29:
#23 Di la verdad, en tu juventud jugabais a hundir dinosaurios en pozos de brea.
Ahhhh recreativos, donde el niño se convertia en hombre y aprendia a evitar situaciones potencialmente peligrosas identificando al macarra de futbolín y evitando el encontronazo con ellos
De finales de los 80 no, desde finales de los 70. Yo he jugado en máquinas electromecánicas y en algunas que difícilmente se podrían calificar de digitales, como aquellas con un espejo semitransparente donde se mezclaba la imagen de un cochecito de plástico que movías con el volante con una película, el Whack-A-Mole con su martillo de goma...
Luego el de los dos vaqueros, el tenis con los dos palitos... Y después los vectoriales, como el Asteroids original, el BattleZone, que tenías que mirar por una mirilla, el de Star Wars....
El Space Invaders con los acetatos de colores para simular la pantalla en color ya es relativamente moderno. El Blocks o como se llamase la precuela del Arkanoid hacía lo mismo. El Missile Commando con un enome trackball para controlar! El Pacman ya fue una revolución y sobre ese hardware salieron un montón de juegos.
Puedo acordarme exactamente de dónde estaba cada una de esas máquinas. Hacía un tour por los bares y salas de juego del barrio para jugar.
Si, soy viejísimo.
La gente me miraba muy raro cuando en las máquinas de House of The Death (creo recordar) metía dos euros para jugar a dobles y cogía las dos pistolas a la vez royo Lara Croft con las Uzis de Tomb Raider.
Recuerdo un simulador de montañas rusas que era una bola con un asiento y una pantallita dentro que daba más vueltas que un reloj.
Ole! Yo era de los mirones, jaja. Pocos juegos se me daban bie:, yo era, y soy, más bien "manco funcional", prefería mil veces mirar a otros que "perder" cinco duros cada minuto. Eso sí, mayormente calladito. Creepy enough?
#6 En mis tiempos mozos se usaba mucho en los juegos de deportes de Konami, que eran destrozabotones (y muñecas). El Track 'n' Field y el Hyper Olympics, si no recuerdo mal.
Añado el truco para pulsar seguido y rápidamente un botón si algún juego lo requería. Sacar el mechero bic de bordes redondeados, pasarlo rápidamente arriba y abajo con la palma de la mano.
#5 También estaba el truco de las partidas gratis con los mecheros piezoeléctricos. Se suponía que lo acercabas a la ranura de las monedas, le dabas varias veces a lo loco y te daba partidas. Anda que no me he quemado los dedos inutilmente agachado para que no me viera el dueño.
#10 Recuerdo un colega, entrarle a dobles a Maziño cuando este jugaba en el Celta en los recreativos de Carral y meterle una soberana paliza haciendo brasilao (mi colega era y es muy flipado y ponia posturitas al disparar) y terminar con un "todo es pillarle el truco, a ti se te da bien eso de la pelotita".
Las putas risas que nos echamos ese dia, que tristes somos
Vengo a dar la chapa, pero sin ánimos de controversia. No quiero que nadie se dé por aludido. La alusión a veces es una forma menor de cobardía. Quisiera solamente explicar cómo he vivido todo eso de las generaciones. Desde que eran un niño no han faltado reproches ni burlas ni listos que, poniendo los ojos en blanco, te decían que tu Amstrad CPC era una mierda. Sí, soy un cuarentón ochobitero. No voy a decir que a mucha honra, porque hace tiempo que me arranqué las telerañas de la nostalgia. Mis ojos han visto píxeles ulcerados, escroles reumáticos, primeras personas a cinco cuadros por segundo (sí, me refiero a ti, Driller) y todas las formas posibles de cómo no debe diseñarse un videojuego.
Los ochenta, como saben los que la vivieron, fue una época de curtido macarrismo, sobre todo si te adentrabas en aquellos aquelarres videolúdicos que llamábamos recreativos. Allí, si no sucumbías a formas refinadísimas de extorsión, uno iba a divertirse con la calderilla exigua del abuelo o, en el peor de los casos, a ejercer de mirón. Había casos singulares, casi novelescos, que discurrían por aquellos lugares que olían a sudor y tábaco, a grasa corporal y desinfectante, y que, fíjate tú, era como el aroma de la felicidad. No faltaban, decía, arquetipos característicos que animaban el cotarro, desde el golfillo embutido en vaqueros lavados a la piedra y sonrisa de cuatrero, al canijo de buena familia que acaparaba el Wonder Boy respaldado por el crujiente billete de mil pesetas que escondía en sus pantalones cortos de franela. Pero el más señalado siempre fue aquel al que llamaremos El Penas.
Cauto y artero, el que yo conocí se movía en aquel hábitat como una zarigüeya. El Penas se paseaba por entre las cabinas estudiando a su presa, con su mirada huidiza de depredador menor, pero siempre a la que salta. Sus presas favoritas eran los niños solitarios de clase media; los macarras estaban en lo más alto de la cadena trófica y los canijos de buena familia tenían cierta altanera disposición que los convertía en seres refractarios. Esto lo sabía muy bien El Penas, que vestía siempre con siete años de retraso, a la moda de los setenta, con sus camisas de cuello interminable y un suéter ajustadísimo que le daba un aire entre ciclista y militante del Partido Comunista. El Penas entonces venía con sus andares apocados y apoyaba su antebrazo en el lateral del Great Gurianos. Callaba. Tú jugabas. Y él callaba. Si se te daba bien -y el Great Gurianos era bastante facilón- , podrías tener la suerte de desanimarlo. Entonces se marchaba furtivo a la busca de una pieza más apetitosa. Pero no siempre uno estaba afinado o de buen humor; tal vez era la primera o segunda vez que te echabas una partida al juego de turno y no parabas de perder vidas (y monedas de cinco duros). Cuando querías darte cuenta, tras perder una vida, notabas una presencia a tu lado, entre ominosa y pestilente, de cuya boca, empedrada con unos dientes mohosos, una vocecilla suave pero acuciante, te soltaba:
- ¿Quieres que te lo pase?
Hay que aclarar que no veo nada mal que la gente actúe como un buen samaritano. El mundo es mejor siempre cuando alguien está dispuesto a ayudar. Pero esto no lo entendía el niño que en ese momento solo pensaba en la última moneda que le quedaba en el bolsillo de sus vaqueros Levi´s etiqueta naranja. Aquel juego era novísimo, nada menos que la versión VS de Super Mario Bros y uno sufría lo indecible por controlar a Ron Jeremy en aquel mundo tan quelonio, tan fúngico y tubular. Sí, señores, era la primera vez que me daba de bruces con la primera ley de Newton. Faltaban aún dos años para que el señor Calahorra me explicara los arcanos de los vectores de fuerza; y unos cuantos más para que empezarámos a ver por el Corte Inglés una jodida NES. Al señor Calahorra logré verlo antes, durante un atasco en la carretera de La Coruña a la vuelta de vacaciones.
Aquel juego era la hostia y yo quería comulgar sin pasar por confesión en la que sería la última partida de aquel fin de semana.
- Espera, salta aquí -su dedo índice lleno de padrastros me señalaba la montañita de la pantalla 1-1.
Yo ya sabía que no debía meterme en la primera tubería que me llevaba al mundo subterráneo y, por supuesto, que en esa montañita, si saltaba en el punto exacto, estaba la primera vida extra. El tipo era tan simpático como untuoso.
- Bien, vas bien -me decía con el aplomo de un retransmisor de fútbol-. Ahí, coge la estrella.
Yo sabía que no debía hablar. Hablar hubiese sido como cerrar un acuerdo de amistad, el reconocimiento de la otredad (puto Lacan), así que callaba. Pero en mi interior mi sangre empezaba a calentarse, las sienes me palpitaban y un calorcillo malsano empezó a subírseme por el cuello de mi camisa gris con rayas rojas y azules. Empecé a encadenar errores. Dejé de coger monedas y de golpear bloques ocultos. Por supuesto, cuando salté a la bandera con el sprint final no conseguí más que ochocientos puntos. La melodía de final de fase alivió un poco mi incipiente rencor, pero no hubo cañonazos.
La insidiosa pero genial melodía del mundo 1-2 sería la banda sonora de mi escarnio cuando, ya de primeras, El Penas quiso señalarme lo obvio.
- Si hubieses llegado grande, ahí tendrías la flor que te da bolas de fuego -su dedo índice me recordaba al de un nigromante de la era Hyboria.
Me había descabalgado de mi última partida. Poco después un goomba volvió a dejarme enano. Y entonces caí en la cuenta de que no podría destruir los bloques para subirme a la parte superior de la pantalla e intentar por primera vez ir a la Warp Zone.
- No podrás subir, pero más adelante, en las plataformas podrás saltarte
Tuve un instante de lucidez y no me giré en ese momento para darle un suavecito golpe en la cara para proporcionarle una perspectiva despejada de la Vía Láctea. Ah, el Penas, me lo imagino hoy, 20 de enero, mirando partidas de Cyberpunk 2077 por Youtube en su cochambroso Pentium 4. Te echo de menos, cabrón.
#37 eso hacia yo en el bar de mi barrio, primero con el shinobi (me lo pasaba con una moneda) y despues Robocop
reicentemente he tenido acceso a un arcade con MAME me puse el shinobi para recordar viejos tiempos y no paso del primer jefe sin continuar por lo menos 2 veces.
#1 O que si te convertías en el chico de los recados del macarra de futbolín de turno, "chico, traeme un paquete de tabaco del estanco", conseguías que nadie se metiera contigo
#1 Pues era un entorno semicontrolado por el "jefe" (dueño de los recreativos) que permitía aprender habilidades sociales muy necesarias para que hoy en día seamos una cuadrilla de anormales hijosdeputa que vamos directos a la extinción... Los recreativos fueron el principio del fin!!
Y el truco del magiclic. Chisporrotear con el magiclic en la parte metalica de la ranura de monedas hasta que fallaba y de pronto te regalaba partidas.
Me pille una recreativa original de COVIELSA con un Pentium y casi 1,000 juegos.
La mayoría, a base de "continues" te los revientas en una hora.
A las nuevas generaciones no les gusta, se aburren a los pocos minutos. Solo me aguantan al Golden Axe II.
Eso sí, los viejunos la flipamos. Siempre sale ese de "ponme el juego ese que me dejé un pastón". Y poder pasárselo entero y ver su cara de satisfacción hace que valga la pena la inversión.
PD: Todavia le funciona la luz de sorteo de partidas gratis. Tocan una de cada 100 o así.
#98 Sí. Y nosotros sufríamos la discriminación laboral (a mí me echaron de un trabajo por negarme a cortarme el pelo) y sexual, porque ligar con una chica era casi misión imposible si no eras muy guapete.
#20 bienvenido al club... yo era un paquete de cuidao porque nunca he tenido demasiados reflejos, pero las maquinitas me flipaban y no podía evitar tirarme largos ratos mirando a los "cracks" de la máquina de turno (si era especialmente hábil, solía tener un buen grupo alrededor...). El problema es que como era un alfeñique enclenque tirando a tímido pillé todo lo malo de las recreativas:
- jefe del salón cabrón que se mosqueaba con los mirones y te echaba como no te viera jugar al menos un par de partidas
- el payaso de turno de "te lo paso": de propina alguna vez que estaba "rico" y echaba 2-3 monedas seguidas para continuar sin pausa el hijoputa le daba a 2 jugadores y se ponía a jugar también por la cara ("es para ayudarte" )
- el chulo que directamente te chantajeaba para que le dieras monedas o no te dejaba jugar a alguna máquina.... si es que no te daba un empujón directamente en mitad de una partida y seguía él jugando si estaba muy cabrón ese día ("trae que no sabes"....)
En fin, que acabé muy quemado de aquello... bendito el día que llegué a tener mi primer Amstrad, echaba de menos las recreativas porque evidentemente las conversiones solían ser una mierda pura, pero al menos podía jugar tranquilamente sin temer por mi integridad física (salvo que me pasara de tiempo, en cuyo caso volaban zapatillas maternas ) o económica....
Toda mi vida recordare a un hombre que a mis 7 años de edad me sacaba más de 20, le gritaba a la maquina de StreetFighter2: ¡Sal de la máquina, sal! Mientras aporreaba la máquina con todo tipo de golpes y patadas. Y así cada findesemana... Que maravilloso fue 1995.
#1 En os recreativos a donde yo iba de crío había a la entada un largo pasillo en el que de vez en cuando se asentava un grupo de heavies, con el loro y sus litronas, y tenías que atravesarlo para llegar al Out Run o al Afterburnet de turno.
#8 A los viejunos pata negra eso de "los recreativos" ya nos pilló viejunos. Nosotros íbamos a "los billares", lo más tecnológico que podías encontrar era un pista gigante de Scalextric donde podías poner tu propio coche, que te traías de casa, y echar unas carreras.
#1 el terror que le teníamos al quillaco chungo que venía y te apartaba, aunque hubieras pagado la partida. Éramos niñitos de 11 años escuchimizados contra tipos de 1.80 con su navajote
Yo recuerdo jugar al Blood Bros con mi hermana pequeña en un pueblo de Galicia, mientras veraneábamos, y el dueño del bar (no era un salón de recreativos, era un bar con una arcade) decía que había algunos jodíos que le dejaban la máquina ocupada con 5 duros durante horas, y que le jodía mucho.
Nos lo contaba cuando empezaron las vacaciones... al final de las vacaciones nos miraba con cara de "sois unos cabrones".
Y esos recuerdos de las partidas al SWAT (cómo me gustaba ese juego), al TOKI, al puto SUPERPANG, a uno de fútbol que no me acuerdo cómo se llamaba, que tenía la pantalla en paralelo al suelo... madre mía, qué de recuerdos. Estoy hecho un viejuno.
También recuerdo que tenía un bug que te permitía ganar siempre. Si echabas la pelota fuera de banda en la primera línea oscura del campo contrario, cuando el ordenador sacaba lo hacía hacía su propio campo siempre y marcabas casi siempre.
Frase típica de macarrilla de recreativos a la que era imposible negarse si se tenía un mínimo de aprecio por nuestra integridad física (lo del amor propio y dignidad personal yatal):
'Déjame un tanque (vida) y te paso la fase'... y luego no soltaba el mando hasta que palmaba todas las vidas. Además, si te tocaba el rey de los chungos del salón te obligaba a echar otros cinco duros (o más) para seguir jugando antes de que finalizara la cuenta atrás y si no lo hacías cancelaba unilateralmente el acuerdo inicial referente a tu integridad física.
#28 Eso iba a decir yo...lees los comentarios de gente que habla de juegos antiguos.....y me estaba quedando de piedra, jajjajaa...¡si esos eran los modernos en mi/nuestra época!
Y luego estaban los pinbol de 5 ptas dos partidas...aquel de los gragones que si tumbabas cinco figuritas se encendía lo de partida extra....ains....qué de horas con algunos de esas máquinas de petacos....
#6 Funcionaba contra los chips TTL con escaso aislamiento o puesta a tierra. A partir de 1980 se fueron modificando, especialmente en la cabinas telefónicas. los técnicos alucinaban cuando veían el contador de pasos a tope y en el cajón dos o tres monedas.
#18 No se suponía, funcionaba. Y luego tenías el truco de levantar el panel trasero de contrachapado de las máquinas de pinball para encontrar el botón de partidas gratis y tirarte toda la tarde con cinco pavos.
Aunque el mejor era mangarle las llaves al encargado y hacer duplicados
#105 A pues ni tan mal!! Apuesto que lo pasabais en grande! Sí que recuerdo una pista grande en la bolera de mi barrio, pero siempre estaba vacía, estábamos todos en las arcade fundiéndonos las monedas de cinco duros
#10 Joder normal, un poco de flipado si que era Esa maquina ya era lo suficientemente frenetica con una pistola (acababas reventado de tanto aporrear el gatillo) como para pretender usar las dos a la vez.
Aun recuerdo uno en las Ramblas de Barcelona. En aquella epoca venia "del pueblo" y me parecia el futuro (ahi fue cuando me quede colgado cabeza abajo).
Que recuerdos, siempre nos echaban por gritar y el "encargao" era sordo y cojo. (yo creo que esto era condición fija para ser encargao de garitos de estos) y por supuesto el batín gris o azúl o ya directamente el mono de currar.
A alguien le funcionó lo de darle con la chispa de un encendedor eléctrico a algún tornillo de la máquina que hiciera masa para sacar créditos gratis? O era una leyenda urbana?
#76 Aunque también es cierto que, ahora que recuerdo, conforme fue avanzando la época los heavies percibidos como peligrosos empezaron a escasear y se defiieron más los macarras. Que también puede ser que al crecer yo fuese afinando el ojo, especialmente porque también emepezaba a ser víctima frecuente de los quinquis y me convenía por mi bien distinguirlos.
Comentarios
Ahhhh recreativos, donde el niño se convertia en hombre y aprendia a evitar situaciones potencialmente peligrosas identificando al macarra de futbolín y evitando el encontronazo con ellos
"¿Te paso esta pantalla?"
Cuánto lo odiaba..
#10 pues yo recuerdo que los primeros videojuegos eran en auténtico 3D y no esas mierdas de pixeles que vinieron después
#2 o el... "oye primo me dejas 5 durillos pa' una partida que luego te los devuelvo"
De finales de los 80 no, desde finales de los 70. Yo he jugado en máquinas electromecánicas y en algunas que difícilmente se podrían calificar de digitales, como aquellas con un espejo semitransparente donde se mezclaba la imagen de un cochecito de plástico que movías con el volante con una película, el Whack-A-Mole con su martillo de goma...
Luego el de los dos vaqueros, el tenis con los dos palitos... Y después los vectoriales, como el Asteroids original, el BattleZone, que tenías que mirar por una mirilla, el de Star Wars....
El Space Invaders con los acetatos de colores para simular la pantalla en color ya es relativamente moderno. El Blocks o como se llamase la precuela del Arkanoid hacía lo mismo. El Missile Commando con un enome trackball para controlar! El Pacman ya fue una revolución y sobre ese hardware salieron un montón de juegos.
Puedo acordarme exactamente de dónde estaba cada una de esas máquinas. Hacía un tour por los bares y salas de juego del barrio para jugar.
Si, soy viejísimo.
La gente me miraba muy raro cuando en las máquinas de House of The Death (creo recordar) metía dos euros para jugar a dobles y cogía las dos pistolas a la vez royo Lara Croft con las Uzis de Tomb Raider.
Recuerdo un simulador de montañas rusas que era una bola con un asiento y una pantallita dentro que daba más vueltas que un reloj.
#39 Un heavy con el loro y una litrona está en el paraíso. Es lo más inofensivo del mundo.
Ole! Yo era de los mirones, jaja. Pocos juegos se me daban bie:, yo era, y soy, más bien "manco funcional", prefería mil veces mirar a otros que "perder" cinco duros cada minuto. Eso sí, mayormente calladito. Creepy enough?
#6 En mis tiempos mozos se usaba mucho en los juegos de deportes de Konami, que eran destrozabotones (y muñecas). El Track 'n' Field y el Hyper Olympics, si no recuerdo mal.
Añado el truco para pulsar seguido y rápidamente un botón si algún juego lo requería. Sacar el mechero bic de bordes redondeados, pasarlo rápidamente arriba y abajo con la palma de la mano.
#5 También estaba el truco de las partidas gratis con los mecheros piezoeléctricos. Se suponía que lo acercabas a la ranura de las monedas, le dabas varias veces a lo loco y te daba partidas. Anda que no me he quemado los dedos inutilmente agachado para que no me viera el dueño.
#29 y bien que nos lo agradecen los paleontólogos
#1 #19 Cache de la pagina caida: https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:AHr1DksNRGsJ:https://www.legadodelpixel.es/recordando-salones-arcade/+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=es
#23 Di la verdad, en tu juventud jugabais a hundir dinosaurios en pozos de brea.
#10 Recuerdo un colega, entrarle a dobles a Maziño cuando este jugaba en el Celta en los recreativos de Carral y meterle una soberana paliza haciendo brasilao (mi colega era y es muy flipado y ponia posturitas al disparar) y terminar con un "todo es pillarle el truco, a ti se te da bien eso de la pelotita".
Las putas risas que nos echamos ese dia, que tristes somos
Vengo a dar la chapa, pero sin ánimos de controversia. No quiero que nadie se dé por aludido. La alusión a veces es una forma menor de cobardía. Quisiera solamente explicar cómo he vivido todo eso de las generaciones. Desde que eran un niño no han faltado reproches ni burlas ni listos que, poniendo los ojos en blanco, te decían que tu Amstrad CPC era una mierda. Sí, soy un cuarentón ochobitero. No voy a decir que a mucha honra, porque hace tiempo que me arranqué las telerañas de la nostalgia. Mis ojos han visto píxeles ulcerados, escroles reumáticos, primeras personas a cinco cuadros por segundo (sí, me refiero a ti, Driller) y todas las formas posibles de cómo no debe diseñarse un videojuego.
Los ochenta, como saben los que la vivieron, fue una época de curtido macarrismo, sobre todo si te adentrabas en aquellos aquelarres videolúdicos que llamábamos recreativos. Allí, si no sucumbías a formas refinadísimas de extorsión, uno iba a divertirse con la calderilla exigua del abuelo o, en el peor de los casos, a ejercer de mirón. Había casos singulares, casi novelescos, que discurrían por aquellos lugares que olían a sudor y tábaco, a grasa corporal y desinfectante, y que, fíjate tú, era como el aroma de la felicidad. No faltaban, decía, arquetipos característicos que animaban el cotarro, desde el golfillo embutido en vaqueros lavados a la piedra y sonrisa de cuatrero, al canijo de buena familia que acaparaba el Wonder Boy respaldado por el crujiente billete de mil pesetas que escondía en sus pantalones cortos de franela. Pero el más señalado siempre fue aquel al que llamaremos El Penas.
Cauto y artero, el que yo conocí se movía en aquel hábitat como una zarigüeya. El Penas se paseaba por entre las cabinas estudiando a su presa, con su mirada huidiza de depredador menor, pero siempre a la que salta. Sus presas favoritas eran los niños solitarios de clase media; los macarras estaban en lo más alto de la cadena trófica y los canijos de buena familia tenían cierta altanera disposición que los convertía en seres refractarios. Esto lo sabía muy bien El Penas, que vestía siempre con siete años de retraso, a la moda de los setenta, con sus camisas de cuello interminable y un suéter ajustadísimo que le daba un aire entre ciclista y militante del Partido Comunista. El Penas entonces venía con sus andares apocados y apoyaba su antebrazo en el lateral del Great Gurianos. Callaba. Tú jugabas. Y él callaba. Si se te daba bien -y el Great Gurianos era bastante facilón- , podrías tener la suerte de desanimarlo. Entonces se marchaba furtivo a la busca de una pieza más apetitosa. Pero no siempre uno estaba afinado o de buen humor; tal vez era la primera o segunda vez que te echabas una partida al juego de turno y no parabas de perder vidas (y monedas de cinco duros). Cuando querías darte cuenta, tras perder una vida, notabas una presencia a tu lado, entre ominosa y pestilente, de cuya boca, empedrada con unos dientes mohosos, una vocecilla suave pero acuciante, te soltaba:
- ¿Quieres que te lo pase?
Hay que aclarar que no veo nada mal que la gente actúe como un buen samaritano. El mundo es mejor siempre cuando alguien está dispuesto a ayudar. Pero esto no lo entendía el niño que en ese momento solo pensaba en la última moneda que le quedaba en el bolsillo de sus vaqueros Levi´s etiqueta naranja. Aquel juego era novísimo, nada menos que la versión VS de Super Mario Bros y uno sufría lo indecible por controlar a Ron Jeremy en aquel mundo tan quelonio, tan fúngico y tubular. Sí, señores, era la primera vez que me daba de bruces con la primera ley de Newton. Faltaban aún dos años para que el señor Calahorra me explicara los arcanos de los vectores de fuerza; y unos cuantos más para que empezarámos a ver por el Corte Inglés una jodida NES. Al señor Calahorra logré verlo antes, durante un atasco en la carretera de La Coruña a la vuelta de vacaciones.
Aquel juego era la hostia y yo quería comulgar sin pasar por confesión en la que sería la última partida de aquel fin de semana.
- Espera, salta aquí -su dedo índice lleno de padrastros me señalaba la montañita de la pantalla 1-1.
Yo ya sabía que no debía meterme en la primera tubería que me llevaba al mundo subterráneo y, por supuesto, que en esa montañita, si saltaba en el punto exacto, estaba la primera vida extra. El tipo era tan simpático como untuoso.
- Bien, vas bien -me decía con el aplomo de un retransmisor de fútbol-. Ahí, coge la estrella.
Yo sabía que no debía hablar. Hablar hubiese sido como cerrar un acuerdo de amistad, el reconocimiento de la otredad (puto Lacan), así que callaba. Pero en mi interior mi sangre empezaba a calentarse, las sienes me palpitaban y un calorcillo malsano empezó a subírseme por el cuello de mi camisa gris con rayas rojas y azules. Empecé a encadenar errores. Dejé de coger monedas y de golpear bloques ocultos. Por supuesto, cuando salté a la bandera con el sprint final no conseguí más que ochocientos puntos. La melodía de final de fase alivió un poco mi incipiente rencor, pero no hubo cañonazos.
La insidiosa pero genial melodía del mundo 1-2 sería la banda sonora de mi escarnio cuando, ya de primeras, El Penas quiso señalarme lo obvio.
- Si hubieses llegado grande, ahí tendrías la flor que te da bolas de fuego -su dedo índice me recordaba al de un nigromante de la era Hyboria.
Me había descabalgado de mi última partida. Poco después un goomba volvió a dejarme enano. Y entonces caí en la cuenta de que no podría destruir los bloques para subirme a la parte superior de la pantalla e intentar por primera vez ir a la Warp Zone.
- No podrás subir, pero más adelante, en las plataformas podrás saltarte
Tuve un instante de lucidez y no me giré en ese momento para darle un suavecito golpe en la cara para proporcionarle una perspectiva despejada de la Vía Láctea. Ah, el Penas, me lo imagino hoy, 20 de enero, mirando partidas de Cyberpunk 2077 por Youtube en su cochambroso Pentium 4. Te echo de menos, cabrón.
PD: Inspirado en la inmortal viñeta de Pedro Vera: http://pedroveraoyp.blogspot.com/2012/09/recuerdos-de-los-recreativos.html
#2 jajajaja cierto, todo un clásico
#37 eso hacia yo en el bar de mi barrio, primero con el shinobi (me lo pasaba con una moneda) y despues Robocop
reicentemente he tenido acceso a un arcade con MAME me puse el shinobi para recordar viejos tiempos y no paso del primer jefe sin continuar por lo menos 2 veces.
#1 O que si te convertías en el chico de los recados del macarra de futbolín de turno, "chico, traeme un paquete de tabaco del estanco", conseguías que nadie se metiera contigo
#10 Partías la pana.
#37 El de futbol me suena al Tehkan World Cup,
#58 Pos eso mismo...
Edito: no me deja poner la barra (barra eme barra) así que subo foto...
“se me ha tragado la moneda jefe”
Un clásico.
#1 Pues era un entorno semicontrolado por el "jefe" (dueño de los recreativos) que permitía aprender habilidades sociales muy necesarias para que hoy en día seamos una cuadrilla de anormales hijosdeputa que vamos directos a la extinción... Los recreativos fueron el principio del fin!!
#1 o aprendiendo a quien pillarle que ...
Y el truco del magiclic. Chisporrotear con el magiclic en la parte metalica de la ranura de monedas hasta que fallaba y de pronto te regalaba partidas.
#15 Efecto meneame, hace tiempo que no se veia.
Tendra la pagina alojada en una gameboy
#1 Cuanta razon llevas, recuerdo entrar con un primo mio que era el macarra y todo el mundo respetaba jajaja, sin mi primo me daba claro esta
Me pille una recreativa original de COVIELSA con un Pentium y casi 1,000 juegos.
La mayoría, a base de "continues" te los revientas en una hora.
A las nuevas generaciones no les gusta, se aburren a los pocos minutos. Solo me aguantan al Golden Axe II.
Eso sí, los viejunos la flipamos. Siempre sale ese de "ponme el juego ese que me dejé un pastón". Y poder pasárselo entero y ver su cara de satisfacción hace que valga la pena la inversión.
PD: Todavia le funciona la luz de sorteo de partidas gratis. Tocan una de cada 100 o así.
#98 Sí. Y nosotros sufríamos la discriminación laboral (a mí me echaron de un trabajo por negarme a cortarme el pelo) y sexual, porque ligar con una chica era casi misión imposible si no eras muy guapete.
#20 bienvenido al club... yo era un paquete de cuidao porque nunca he tenido demasiados reflejos, pero las maquinitas me flipaban y no podía evitar tirarme largos ratos mirando a los "cracks" de la máquina de turno (si era especialmente hábil, solía tener un buen grupo alrededor...). El problema es que como era un alfeñique enclenque tirando a tímido pillé todo lo malo de las recreativas:
- jefe del salón cabrón que se mosqueaba con los mirones y te echaba como no te viera jugar al menos un par de partidas
- el payaso de turno de "te lo paso": de propina alguna vez que estaba "rico" y echaba 2-3 monedas seguidas para continuar sin pausa el hijoputa le daba a 2 jugadores y se ponía a jugar también por la cara ("es para ayudarte" )
- el chulo que directamente te chantajeaba para que le dieras monedas o no te dejaba jugar a alguna máquina.... si es que no te daba un empujón directamente en mitad de una partida y seguía él jugando si estaba muy cabrón ese día ("trae que no sabes"....)
En fin, que acabé muy quemado de aquello... bendito el día que llegué a tener mi primer Amstrad, echaba de menos las recreativas porque evidentemente las conversiones solían ser una mierda pura, pero al menos podía jugar tranquilamente sin temer por mi integridad física (salvo que me pasara de tiempo, en cuyo caso volaban zapatillas maternas ) o económica....
#69 funcionaba, sobre todo si hacías un apaño y alargabas la parte donde salía la chispa con alambre de cobre
#10 Jajajajaja, el puto amo
#68 No sólo por la CPU, toda la placa fue la base para un montón de máquinas.
Me he acordado del reno renardo y su game over.
#65 Bueno, bueno... ahora que has mencionado el Shinobi me han venido a la cabeza el Altered Beast, el Ninja GaiDen... joder, qué tiempos.
Está claro que la práctica hace al maestro, jejeje.
#1 sí, sí, eso era un tránsito a la madurez que ríete tu de Cuenta conmigo (Stand by me), los Goonies, Soñadores o del mismísimo Verano azul.
#25 O la mili
Toda mi vida recordare a un hombre que a mis 7 años de edad me sacaba más de 20, le gritaba a la maquina de StreetFighter2: ¡Sal de la máquina, sal! Mientras aporreaba la máquina con todo tipo de golpes y patadas. Y así cada findesemana... Que maravilloso fue 1995.
#28 > El Pacman ya fue una revolución y sobre ese hardware salieron un montón de juegos.
Cpu Z80, casi nada.
#6 también se puede hacer con una moneda
#43 Ese era el Operation Wolf
#67 Pues yo era heavy de los 80, y no teníamos casi peligro alguno. Peligro lo tenían los macarras de barrio no adscritos.
#1 En os recreativos a donde yo iba de crío había a la entada un largo pasillo en el que de vez en cuando se asentava un grupo de heavies, con el loro y sus litronas, y tenías que atravesarlo para llegar al Out Run o al Afterburnet de turno.
Aquello sí que era una verdadera prueba de valor.
#2 O el fantasma que te decía que con 5 duros se llevaba una hora jugando y lo tenía que dejar porque se aburría.
#8 A los viejunos pata negra eso de "los recreativos" ya nos pilló viejunos. Nosotros íbamos a "los billares", lo más tecnológico que podías encontrar era un pista gigante de Scalextric donde podías poner tu propio coche, que te traías de casa, y echar unas carreras.
#1 el terror que le teníamos al quillaco chungo que venía y te apartaba, aunque hubieras pagado la partida. Éramos niñitos de 11 años escuchimizados contra tipos de 1.80 con su navajote
Yo recuerdo jugar al Blood Bros con mi hermana pequeña en un pueblo de Galicia, mientras veraneábamos, y el dueño del bar (no era un salón de recreativos, era un bar con una arcade) decía que había algunos jodíos que le dejaban la máquina ocupada con 5 duros durante horas, y que le jodía mucho.
Nos lo contaba cuando empezaron las vacaciones... al final de las vacaciones nos miraba con cara de "sois unos cabrones".
Y esos recuerdos de las partidas al SWAT (cómo me gustaba ese juego), al TOKI, al puto SUPERPANG, a uno de fútbol que no me acuerdo cómo se llamaba, que tenía la pantalla en paralelo al suelo... madre mía, qué de recuerdos. Estoy hecho un viejuno.
#51 lo recuerdo...
También recuerdo que tenía un bug que te permitía ganar siempre. Si echabas la pelota fuera de banda en la primera línea oscura del campo contrario, cuando el ordenador sacaba lo hacía hacía su propio campo siempre y marcabas casi siempre.
La de horas que eché....
#37 Tehkan World Cup!
Menudo vicio
También fue la época de jugar al juego de la botella y de los primeros magreos. Ainssss qué bonito!
#58 Positivo como un piano.
#101 Yo me lo corté y a los dos meses me largaron. me juré a mi mismo que jamás me volvería a pasar.
#58 #16 Esos los tuve en el MSX y al principio jugaba con joystick. Después ya con teclado, porque aquello era la ostia. Los nervios a tope.
Recreativos autenticos centros culturales de los 80
Frase típica de macarrilla de recreativos a la que era imposible negarse si se tenía un mínimo de aprecio por nuestra integridad física (lo del amor propio y dignidad personal yatal):
'Déjame un tanque (vida) y te paso la fase'... y luego no soltaba el mando hasta que palmaba todas las vidas. Además, si te tocaba el rey de los chungos del salón te obligaba a echar otros cinco duros (o más) para seguir jugando antes de que finalizara la cuenta atrás y si no lo hacías cancelaba unilateralmente el acuerdo inicial referente a tu integridad física.
#78 Tu eras de los malotes
#5 Ese es el famoso truco del mechero! siempre lo oí pero nunca lo vi en funcionamiento y parecía más un mito que otra cosa
#21 Mazinho en los Carral. No se como me lo pude perder y mira que en esa época vivía en esos recreativos.
#28 Eso iba a decir yo...lees los comentarios de gente que habla de juegos antiguos.....y me estaba quedando de piedra, jajjajaa...¡si esos eran los modernos en mi/nuestra época!
Y luego estaban los pinbol de 5 ptas dos partidas...aquel de los gragones que si tumbabas cinco figuritas se encendía lo de partida extra....ains....qué de horas con algunos de esas máquinas de petacos....
#6 Funcionaba contra los chips TTL con escaso aislamiento o puesta a tierra. A partir de 1980 se fueron modificando, especialmente en la cabinas telefónicas. los técnicos alucinaban cuando veían el contador de pasos a tope y en el cajón dos o tres monedas.
#71 Sí, estos vinieron en los centros comerciales. Los "New Park". Barriendo los "futbolines" de toda la vida del barrio.
#23 En San Francisco hay un museo de maquinas de videojuegos (muy) viejunas y hay cada una que tela.
https://museemecanique.com/gallery
#74 que pasada de sitio
#18 No se suponía, funcionaba. Y luego tenías el truco de levantar el panel trasero de contrachapado de las máquinas de pinball para encontrar el botón de partidas gratis y tirarte toda la tarde con cinco pavos.
Aunque el mejor era mangarle las llaves al encargado y hacer duplicados
#75 Esta muy curioso. Ademas aun funcionan, puedes poner monedas y jugar con ellas. Has estado?
#80 No, nunca he ido a San Francisco, quizá algún día
#84 Si algun dia vas y te gustan este tipo de maquinas, te va a gustar.
#90 ya tengo dos excusas para ir, la primera era para visitar a un colega que curra en ILM
#95 Pues si, especialmente si ademas puedes visitar el trabajo de tu colega.
#99 a ver si el Lucas se paga unas birras
#100 A ver, a ver!
#10 yo tb hice lo de las pistolas, pero cansaba mucho, que pesaban un huevo.
#1 Que un "jincho" no te quitará el "peluco" o el "Zipo" o los "5 duros" de la máquina.
Tener cuidado con las "lecheras".
#105 A pues ni tan mal!! Apuesto que lo pasabais en grande! Sí que recuerdo una pista grande en la bolera de mi barrio, pero siempre estaba vacía, estábamos todos en las arcade fundiéndonos las monedas de cinco duros
#109 jajaja que grande! Si tuviera karma te daba positivazo!!
"Resource Limit Is Reached"
¿A estas alturas aun quedan páginas que caen bajo el efecto menéame?
#10 Joder normal, un poco de flipado si que era Esa maquina ya era lo suficientemente frenetica con una pistola (acababas reventado de tanto aporrear el gatillo) como para pretender usar las dos a la vez.
Aún recuerdo la gramola que había en mi sala con cd's de AC/DC, Pantera, MetallicA...
Ah, buenos tiempos aquellos
#73 Esos mismos, los New Park.
Aun recuerdo uno en las Ramblas de Barcelona. En aquella epoca venia "del pueblo" y me parecia el futuro (ahi fue cuando me quede colgado cabeza abajo).
#87 En una segunda planta, sisisisis jajaja, Ramblas con Portal de l'Àngel.
#56 Me ha gustado, si señor.
#55 te paso la pantalla???
#56 Por algún motivo me lo he leído entero. Y, oye, no está mal.
#93 En la planta baja del CC de Glories hubo otro
¡Me ha gustado mucho el artículo! Recomiendo a todos los "viejunos" su lectura. Me ha traído muchos recuerdos.
#20 A mí también me gustaba más mirar como los otros jugaban que jugar yo.
#67 Yo fui uno de ellos y nos llevábamos la mala fama por algunos cafres que, evidentemente, los hay en todas partes.
Que recuerdos, siempre nos echaban por gritar y el "encargao" era sordo y cojo. (yo creo que esto era condición fija para ser encargao de garitos de estos) y por supuesto el batín gris o azúl o ya directamente el mono de currar.
#96 mi preferida
#112 Es por las etiquetas, que comienzan por barra.
¡Lo que sí podrían hacer es incluír el emoji!
Jejeje, un abrazo.
#31 Solo lo vimos ese dia, creo que lo espantamos, tiene que joder que dos zampabollos enanos se te descojonen
Pero he de decir que me parecio un tipo supermajete y admitio su derrota como un caballero
PD: Nos hemos cruzado seguro, antes de mamarme en vinos, Carral caia
Algunos juegos tenían su hardware inigualable, como el green beret y su uzi, con sus granadas de mango...
#45 Tienes más razón que yo neuronas dedicadas a la memoria. Operation Wolf!
Te la paso?
A alguien le funcionó lo de darle con la chispa de un encendedor eléctrico a algún tornillo de la máquina que hiciera masa para sacar créditos gratis? O era una leyenda urbana?
#106 Humo, Play Boys traídos de Francia de segunda mano y Los Sirex, una moneda de cinco duros era un pastón.
#12 ... ¿qué "efecto"? Si tiene 24 meneos ...
#58 No los de los 80, amigo mío.
#76 En aquellos primeros 80 eran un poco indistinguibles estéticamente, menos aún para el ojo poco entrenado de un crío de 10 años...
#76 Aunque también es cierto que, ahora que recuerdo, conforme fue avanzando la época los heavies percibidos como peligrosos empezaron a escasear y se defiieron más los macarras. Que también puede ser que al crecer yo fuese afinando el ojo, especialmente porque también emepezaba a ser víctima frecuente de los quinquis y me convenía por mi bien distinguirlos.