Cada persiana que baja y cada cartel de "se alquila" no solo anuncian el cierre de un negocio, sino también el final de una historia, la conclusión de uno de esos relatos que, entretejidos, cuentan una ciudad. En apenas un año, 7.084 comercios de proximidad, es decir, tiendas de las de toda la vida, han desaparecido de las calles madrileñas. Se apagan los barrios: ese establecimiento con el nombre del dueño, la carnicería de toda la vida, la ferretería que fiaba.