Estoy hasta los cojones de las fallas
Y no soy el único. Cada vez somos más.
Las fallas son unas fiestas que engullen y luego vomitan a la ciudad entera. Es imposible escapar de ellas, inundan hasta la calle más remota de esta enorme ciudad.
Monumentos grotescos y carpas sobredimensionadas que cortan hasta 800 calles, pirotecnia que suena sin parar desde que amanece hasta altas horas de la noche, verbenas en cada esquina y una suciedad que se extiende como una cangrena que no se ha cogido a tiempo.
Porque durante unos días el civismo se suspende en esta otrora pacífica ciudad y todo vale en pos de molestar al vecino. Y parece que año tras año los limites de lo que es juicioso se expanden y toca soportar más......
Sobrevaloramos nuestras cárceles
Por temas de trabajo pasé unos meses entrevistando a un ex preso de la cárcel de Soto del Real, Madrid, la cito por ser un penal moderno y que no alberga presos ultraviolentos o asesinos brutales capaces de agredir y matar funcionarios (aunque pueda pasar en cualquier cárcel en cualquier momento). Mi trabajo consistía en entender el proceso que le había llevado a ser procesado pero el tipo, traumatizado por la experiencia, puso mucho empeño en relatarme cómo eran sus días en la cárcel. Y desde entonces tengo una visión nítida de las prisiones españolas que las alejan mucho de esos comentarios cuñados que dicen «pero si nuestros presos están muy bien allí, esto no es Latinoamérica». Os la comparto......