Tenía uno de los rostros más perturbadores de la historia del cine contemporáneo, participó en más de 200 películas y fue un icono indiscutible de la contracultura LGTBI en los años setenta y ochenta. Su presencia inquietante, con sus ojos azul líquido, aparecía cuando menos te lo esperaban, casi siempre en pequeños papeles en películas de culto, como Suspiria, de Dario Argento, The Lords of Salem, de Rob Zombie, o en algunos experimentos de Guy Maddin.