Proporcionalmente gastan lo mismo que los millenials, pero en menor cantidad porque no tienen tanto dinero. Por ello retrasan su entrada en el mundo del alcohol, pero para la treintena ya estaría en las ratios de otras generaciones. Además, "los jóvenes de hoy pasan más tiempo conectados y menos socializando cara a cara", "significa menos fiestas y menos ocasiones para beber". Y por último, está el miedo a la exposición pública debido a la omnipresencia del smartphone y el riesgo de que ser pillado borracho se pueda viralizar.
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