Desde el comienzo de la temporada de setas, tanto las fuerzas de seguridad como los agentes forestales tienen un nuevo quebradero de cabeza: las mafias de recolectores ilegales. En las últimas semanas, la Guardia Civil ha denunciado a unas cien personas que organizadas en “en forma de guerrilla y de manera ilegal” recogen cientos de kilos de níscalos para venderlos de forma fraudulenta.
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