Estoy convencido de que las decenas de asesores económicos que debe tener el presidente del Gobierno son personas todas ellas perfectamente formadas y con solvencia en la materia. Pues bien, digo yo que las tesis doctorales y los títulos en prestigiosas universidades que a buen seguro acumulan estos expertos servirán para algo más que para concluir que esto se arregla subiendo los impuestos de la gasolina, el tabaco y el alcohol. ¿O no? Si la única medida posible es esa, quiero mi título de profesor emérito en Economía Aplicada. Y lo quiero ya.
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