La temperatura no subió de los cuatro grados la noche del pasado lunes en la puerta del Samur Social de Madrid. Allí, en plena calle, bien pegados a las rejas que impiden el acceso al interior desde hace meses, durmieron seis niños de corta edad. Son hijos de varias familias de solicitantes de protección internacional recién llegados a España, a los que ninguna institución madrileña ni gubernamental dio cobijo.
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