Australia prohíbe YouTube a los adolescentes y Meta refuerza la seguridad en Instagram, reabriendo el debate sobre cómo proteger a los menores en internet.
No es cuestión de "prohibir el acceso", que es imposible. Más bien debería ejercerse y forzar legalmente medidas de protección y pedagogía. Por ejemplo, que no se pueda tener un smartphone antes de los 16 (como no se puede apostar, comprar un rasca de la ONCE o fumar o beber alcohol antes de la mayoría de edad; aunque hay fugas en estas medidas, nadie discute que son necesarias). O que las administraciones educativas reviertan ya el dogma de los aprendizajes digitales, poniendo a niños de primaria delante de tablets que solo sirven para que crezcan idiotas y con déficits de atención inducidos.