Los 'mingongs', 2 millones de personas ocupadas en rediseñar la capital. Provienen en su mayoría del campo, desprovistos de papeles, sin derechos reales, ni contratos. Consideran que en la construcción llevan una vida “relativamente” más feliz. Esto no incluye los accidentes ni las muertes, descubiertas de manera fortuita por la prensa. A diferencia de las protestas que comienzan a hacerse oír entre los habitantes desplazados de las ciudades —algo que nunca ocurre sin riesgo—, es raro que la ley del silencio sea violada en las obras.
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